El modelo audience-first de Stockfink: cómo su newsletter impulsa el éxito

TABLA DE CONTENIDOS:
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La newsletter, como canal de distribución y feedback loop, es clave en el modelo empresarial audience-first de Stockfink y este enfoque ha sido crucial para nuestro éxito.
Este artículo es un pequeño homenaje a ese proceso. Una forma de compartir, con total transparencia, lo bueno, lo difícil y lo que hemos aprendido por el camino con nuestra newsletter Surfing The Wave 🌊. Porque lo que empezó como un simple PDF, ha llegado a ser mucho más que eso.
Soy Aida Fernandez Brillet co-fundadora de Stockfink, la app que permite a cualquier persona hacer crecer sus ahorros con un asistente de IA personalizado, alineado con sus objetivos y valores de inversión.
¿Que es el modelo empresarial "audience-first"?
Definición: El modelo audience-first
El modelo audience-first se centra en poner a la audiencia en el centro de todas las decisiones empresariales. En lugar de empezar con el producto o servicio, las empresas que adoptan este enfoque priorizan entender y conectar profundamente con su audiencia. Esto implica crear contenido relevante, escuchar sus necesidades y generar interacción continua. Al construir una relación sólida y comprometida con la audiencia, las empresas pueden adaptar mejor sus productos, servicios y estrategias, lo que finalmente conduce a un mayor éxito y sostenibilidad a largo plazo.
Cuatro años de Surfing The Wave 🌊
Hace cuatro años lanzamos Surfing The Wave 🌊, la newsletter de StockFink. Cuatro años. Es fácil decirlo, pero dentro de esa cifra hay muchas más historias de las que caben en unos cuantos párrafos. Cuando arrancamos, no imaginábamos hasta qué punto esa pequeña publicación se convertiría en una parte central de lo que somos como proyecto, como producto y como equipo. Al principio construimos un PDF con las mejores oportunidades de los diferentes mercados, que enviábamos a cada uno de nuestros subscriptores a través del email. Este PDF trataba de explicar a nuestros usuarios que, aunque el futuro no se puede predecir de manera exacta (en matemáticas decimos de modo determinista), para rentabilizar tus ahorros, basta saber cuál es el precio justo de una acción y cuáles son las probabilidades de sacarle una cierta rentabilidad, optimizando los momentos de entrada y salida y los riesgos que se asumen.
Desde entonces han pasado muchas sesiones de bolsa, con muchos altibajos, momentos de euforia y también de pánico … Pero nuestra filosofía ha seguido y sigue siendo la misma: tomar decisiones informadas e insesgadas, basadas en datos, intentando disociar el análisis del lado psicológico de la decisión de inversión: es poderoso aquel que posee una estrategia, la entiende y la ejecuta.

Newsletter Surfing The Wave 🌊
Hoy Surfing The Wave 🌊 es una de nuestras herramientas más potentes: nos ha ayudado a validar hipótesis, a construir una comunidad real alrededor de lo que hacemos, a mejorar nuestro producto gracias al feedback constante, a ganar visibilidad en un sector saturado … pero también, y quizás más importante, nos ha enseñado a pensar mejor. A traducir análisis complejos—generados por nuestra IA— en historias que la gente realmente quiere leer, y que añade valor real a nuestros usuarios y lectores.
El Origen: Pensar en Voz Alta
Cuando lanzamos StockFink, sabíamos que nos enfrentábamos a un reto técnico enorme: crear un motor de análisis capaz de detectar patrones de comportamiento en los mercados y convertirlos en ideas de inversión, sin tomar partido por ninguna de ellas. Hacer que nuestros inversores se convirtiesen en seres singulares. Lo que no sabíamos es que el reto más grande no solo sería técnico y matemático, sino también narrativo: hacer fácil lo sencillo, no solo escribiendo para personas avezadas en las finanzas, sino para cualquiera.
Teníamos tecnología. Teníamos datos. Teníamos un equipo obsesionado con entender los mercados desde nuevas perspectivas. Pero faltaba algo: una forma de compartir todo eso con el mundo. Una forma de hablar desde la marca, pero sin sonar a marketing. Queríamos construir confianza, amortiguando el ruido, acotando el riego, aumentando la verosimilitud de las decisiones … Así nació Surfing The Wave 🌊.
La primera edición fue casi improvisada: un análisis de lo que estaba pasando esa semana en los mercados, una idea extraída de nuestro motor, y algunos comentarios personales. Un PDF enviado por correo a un puñado de contactos. Nada más.
Y, sin embargo, pasó algo. Recibimos respuestas. Opiniones. Preguntas. Y, sobre todo, interés. Mucho más del que esperábamos. Nos dimos cuenta de que no estábamos solos, y que ahí fuera había personas que tenían necesidades que coincidían con aquello que habíamos imaginado como producto: posibilitar que los inversores particulares optimizasen sus decisiones, rentabilizasen sus ahorros, y que simplemente, si así lo deseaban, tuviesen que pagar una suscripción a nuestra plataforma. Tan disruptiva era la propuesta que era difícil de creer.
Validación sin Filtros: Pasen y Vean...
En las semanas siguientes, Surfing The Wave 🌊 se convirtió en una excusa para pensar. Y para compartir. Cada edición nos obligaba a revisar nuestros modelos, a afinar las ideas, a buscar formas de contar mejor lo que estábamos viendo. Y a hacerlo de forma constante. Sin adornos. Sin humo.
Se trataba de demostrar a una amplia audiencia que éramos los magos de la predicción, que cuando destacábamos una acción como una buena tesis de inversión y anunciábamos una probabilidad de retorno en el entorno de los próximos 5 días, no sólo tenía grandes probabilidades de ocurrir, sino incluso de batir expectativas. Nos ayudó el hecho de que uno de los cofundadores, el catedrático de matemática aplicada Juan Luis Fernández Martínez, había predicho con éxito las diferentes olas del COVID-19 un año antes, utilizando métodos similares a los utilizados en los mercados financieros.
Lo interesante es que esa dinámica terminó siendo una especie de laboratorio de ideas. Cada edición era, de algún modo, una prueba. Si algo no funcionaba, lo sabíamos rápido: la tasa de apertura bajaba, los clics caían, las respuestas eran menos entusiastas. Si algo enganchaba, el efecto era inmediato: más suscriptores, más conversación, más conexión, más interés. Siempre hemos dejado claro que la decisión operativa era de nuestros usuarios y que un nunca hemos sabido que decisiones tomaban en base a nuestra herramienta. Esa es justamente la base de la independencia: no poner a pastar a las cabras en el mismo huerto en el que están plantados los repollos.
Esa inmediatez nos enseñó algo clave: el contenido bien pensado no solo comunica, sino que también valida. Es un canal directo con el mercado. Un espejo. Un termómetro. Y hablando de termómetros, el de StockFink se hizo viral. Nunca había sido tan sencillo entender una decisión de inversión.
Construyendo una Voz (y una Comunidad)
A medida que la newsletter creció, también crecieron nuestras expectativas sobre ella. Empezamos a darle una estructura. Le pusimos nombre, identidad visual, una estructura fija. Cada número pasó a ser una pequeña pieza editorial con principio, desarrollo y final. Empezamos a cuidar cada detalle: el tono, el ritmo, la claridad, incluso el diseño. Y todo eso tuvo un impacto inmediato.
Lo que más nos sorprendió fue cómo la comunidad empezó a consolidarse. No solo crecían los números (aperturas, suscriptores, menciones), sino que aparecían conversaciones profundas. Algunos lectores se convertían en colaboradores. Otros en clientes. Y muchos más en aliados que nos daban ideas que luego usábamos para mejorar el producto.
La newsletter se volvió una herramienta de escucha. Un canal que nos ayudaba a entender qué preocupaba a los usuarios, qué les interesaba, qué necesitaban. Ese tipo de conexión no se logra con un formulario. Se logra conversando. Y Surfing The Wave 🌊 se convirtió en eso: una conversación semanal con cientos (y luego miles) de personas con intereses compartidos.
Hoy en día somos más de 20K personas que leemos la newsletter semanalmente. ¡Un hito!
El Poder de la Consistencia
Uno de los mayores aprendizajes de estos cuatro años ha sido la importancia de la constancia. Porque sí, lanzar una newsletter suena fácil: basta con darle al “enviar”.
Pero mantenerla todas las semanas, durante años, sin fallar (o al menos intentarlo) … eso no lo es. Hay algo mágico en la cadencia: ese impulso que nace de saber que, pase lo que pase, el jueves (o viernes, si se nos complicaba) llegará un correo nuevo a la bandeja de entrada. Y no porque de repente aparezcan historias perfectas, sino porque tu disciplina te obliga a buscarlas.
Hubo semanas formidables, con giros de mercado que parecían guionados y titulares imposibles de ignorar. Y otras en las que la inspiración se resistía, el equipo andaba desbordado y abrir el editor de texto se sentía como subirse a una pendiente empinada. En esos momentos aprendimos a recortar, a priorizar lo esencial y a confiar en nuestra voz: si algo merecía la pena, aparecería en la página; si no, preferíamos esperar y afinarlo a quedarse con relleno. Esa mezcla de exigencia interna y flexibilidad nos salvó más de una vez.
Además, a lo largo de este recorrido hemos ido afinando el “cuándo”. Empezamos enviando los jueves, aprovechando el pulso vivo de los mercados. Pero pronto descubrimos que muchos lectores preferían un momento de pausa, así que probamos los sábados: fin de semana, datos ya asentados y tiempo para leer con calma. Y al final aterrizamos los lunes por la mañana, para arrancar la semana con la información fresca y el análisis reposado del fin de semana. Cada pequeño cambio implicó reajustar plazos, reenfocar el calendario editorial y sincronizar al equipo… otra forma de disciplina, quizás menos visible, pero igualmente decisiva.
¿Por qué seguimos adelante? Porque más allá de la calidad puntual de cada newsletter, lo que construye valor a largo plazo es esa rutina inquebrantable. Esa promesa cumplida una y otra vez —ya fuera jueves, sábado o lunes— que terminó generando algo muy poderoso: confianza. Y esa confianza no se improvisa, se gana con trabajo constante, escuchando feedback, aprendiendo de los baches y abrazando cada nueva entrega como una nueva oportunidad de aportar valor. Ese es, al final, el verdadero motor de Surfing The Wave 🌊.
Traducir lo complejo: El Arte detrás del Dato
Una de las particularidades de Surfing The Wave 🌊 es que detrás de cada entrega tenemos un sistema de análisis avanzado. Nuestra IA no se queda en los números a solas: detecta patrones sutiles, cruza variables e identifica señales emergentes que, a simple vista, pasarían desapercibidas. Pero ahí surgió un reto de verdad: ¿cómo convertir esos insights técnicos en historias que inviten a ser leídas? ¿Cómo haces lo complejo, sencillo?
Al principio, caímos en la trampa de lo “exhaustivo”
Cada newsletter venía repleta de gráficos con decenas de líneas, tablas con métricas de precisión milimétrica y términos casi académicos. Creíamos que cuanta más complejidad mostráramos, más valor estaríamos aportando. La realidad fue otro aprendizaje: sin un hilo narrativo claro, esos datos se perdían en la página y en la mente del lector.
Empezamos entonces un proceso iterativo de simplificación consciente
Definimos un esquema fijo para cada insight:
Contextualización: una frase breve que sitúe el dato en el panorama actual (por ejemplo, cómo afecta al inversor medio o al sector en cuestión).
Dato clave: el número o patrón esencial, presentado con una visual limpia (una gráfica de un solo trazo o un recuadro destacando la cifra).
Historia: conectar ese dato con un ejemplo real, ya sea un caso de empresa, un movimiento en bolsa o una analogía cotidiana.
Takeaway: qué significa esto en términos prácticos y por qué debería importarle al lector.
Probamos distintos estilos de storytelling—desde tonos conversacionales, casi de tertulia, hasta narraciones más formales—y ajustamos según el feedback recibido. También establecimos un pequeño “manual de voz” interno donde enumeramos palabras a evitar (jerga excesiva, tecnicismos innecesarios) y expresiones que, por el contrario, siempre funcionan (verbos claros, preguntas retóricas, metáforas familiares).
El resultado es una newsletter que mantiene toda la potencia analítica de nuestra IA, pero la envuelve en una lectura ágil y humana. En cada edición, el lector tiene la sensación de que se le está contando un aprendizaje sorprendente, no dictando un informe técnico. Porque al final, el verdadero arte detrás del dato no es la detección del patrón, sino la manera de narrarlo para que cautive explique y, sobre todo, empodere a quien lo lee.
Resultados que no buscábamos (pero llegaron)
Uno de los aspectos más bonitos de este camino es que Surfing The Wave 🌊 terminó dándonos mucho más de lo que esperábamos. En todos los sentidos.
Tracción orgánica
Nunca hicimos campañas agresivas para la newsletter. Su crecimiento fue 100% orgánico: recomendaciones, menciones en redes, reenvíos. El contenido hizo su trabajo.
Visibilidad de marca
Muchas personas conocieron StockFink primero por la newsletter. No por nuestra web, ni por el producto. Por el contenido. Y eso nos abrió puertas: invitaciones a eventos, entrevistas, partnerships.
Cultura interna
La rutina de escribir Surfing The Wave 🌊 también nos ayudó a tener foco como equipo. A estar atentos a lo que pasaba en el mercado, a analizar lo que veíamos, a compartir perspectivas. Nos hizo mejores, más rápidos, más agudos.
Conversión real
Aunque no era el objetivo principal, la newsletter ayudó a convertir usuarios. Muchos lectores dieron el paso hacia la plataforma después de semanas (o meses) de leernos. Porque cuando hay confianza, la conversión es natural.
Lo que aprendimos (Y seguimos aprendiendo)
Si tuviéramos que resumir lo aprendido en una frase, sería esta: una newsletter bien hecha puede ser mucho más que un canal de contenido; puede ser una brújula para todo tu negocio.
Porque escribir te obliga a pensar. A filtrar. A priorizar. A ponerte en el lugar del otro. Y eso tiene un valor inmenso, sobre todo en un entorno como el de las fintech, donde a veces la tecnología avanza más rápido que la claridad.
Aprendimos que:
La constancia vale más que la perfección.
La claridad gana siempre sobre el tecnicismo.
El mejor contenido no es el que más sabes, sino el que mejor conecta.
Y que escuchar a tu audiencia es, muchas veces, más importante que hablarle.
¿Y ahora qué?
Cuatro años después, Surfing The Wave 🌊 sigue más viva que nunca. Hemos mejorado el diseño, automatizado partes del flujo, incorporado nuevos formatos… pero la esencia sigue siendo la misma: observar los mercados, detectar señales interesantes, y contarlas con honestidad, criterio y estilo.
Nuestro objetivo no ha cambiado: ayudar a que más personas entiendan los mercados desde una perspectiva inteligente, basada en datos, pero contada de forma humana. Y la newsletter sigue siendo el mejor lugar para hacerlo.
Si algo nos ha enseñado este viaje es que el contenido tiene poder. No solo para atraer, sino para construir relaciones duraderas. Para mejorar lo que haces. Y para crear comunidad alrededor de una visión compartida.
A todos los que han estado ahí, leyendo, compartiendo, escribiendo, desafiándonos: gracias. Ustedes son parte de esta historia.
Nos vemos en la próxima ola.